- El cierre de la Siderúrgica Huachipato, hito de la identidad industrial del Biobío, abre un debate clave sobre el destino de sus terrenos. Una reciente visita a sus instalaciones reveló no solo su valor histórico-patrimonial, sino también la existencia de un ecosistema resiliente que desafía a la planificación territorial a buscar un futuro sostenible.
La reciente visita guiada a las instalaciones de la Siderúrgica Huachipato se convirtió en una oportunidad única para analizar con nuevos ojos uno de los hitos que cimentaron la identidad industrial de la Región del Biobío.
El recorrido por sus espacios —actualmente silenciosos— permitió a los asistentes comprender su rol histórico como motor de desarrollo, pero también invitó a una profunda reflexión sobre el futuro del paisaje urbano, el crecimiento sostenible y el valor patrimonial que aún resguarda el sitio.
Un Humedal Resiliente en el Corazón Industrial
Pocos conocen la existencia de un oasis ecológico que ha permanecido prácticamente invisible, enclavado en medio del núcleo siderúrgico. En un predio de 41 hectáreas, dos lagunas y un humedal fungen como refugio de cerca de 20 especies de aves, peces, anfibios y mamíferos.
Este ecosistema, moldeado por décadas de intensa actividad industrial, pero sorprendentemente resiliente, se ha convertido en un verdadero laboratorio natural. Su presencia obliga a repensar las históricas relaciones entre producción, territorio y biodiversidad en el Gran Concepción.
Territorio en Disputa y Oportunidad de Futuro
El cese de operaciones de la Siderúrgica Huachipato ha desatado un debate clave en la región: ¿qué destino tendrán las más de 400 hectáreas del predio? La discusión territorial no solo debe considerar los usos productivos o el desarrollo inmobiliario, sino que debe garantizar, de manera prioritaria, la protección de este humedal y de los valores ecológicos que lo hacen único.
En este contexto, los estudiantes del programa MAPRUS (Magíster en Diseño Urbano y Paisajismo) se encuentran elaborando propuestas que demuestran una premisa fundamental: la industria y los sistemas naturales pueden coexistir de manera sostenible. Ello requiere que el diseño urbano y la planificación territorial se orienten hacia la regeneración ambiental, la innovación y una gobernanza ecológica que garantice la protección del patrimonio natural y social del sitio.
